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LA HERMANDAD EN LA 1ª MITAD DEL S. XX

gotico-san-jacintoHacia 1909 regresan los dominicos al templo de San Jacinto. Progresivamente la convivencia se va deteriorando hasta el punto de que la Hermandad sufraga la ejecución de una reja que independice su altar del resto del templo. Para este fin, para mejorar el ajuar de las imágenes y para hacer más dignas las salidas procesionales, la Hermandad agudiza el ingenio y organiza obras de teatro benéficas, campañas de captación de hermanos, solicitud de donativos.

La Hermandad estaba dirigida principalmente por “El Bizco de Triana” Ramón Gil Trujillo quien poco a poco va delegando en su hijo Ramón Gil García. A ellos se les empieza a llamar “Ramón el de Las Aguas” y a la Hermandad “Las Aguas de Ramón”. Otros hermanos dirigidos por éstos ayudan a la transformación de la Hermandad y a su trabajo y a su esfuerzo se debe:

– El que el taller de Juan Manuel Rodríguez Ojeda finaliza después de más de 20 años los bordados de mantos, túnicas y mantolines de nuestra imágenes con un estilo definitorio y propio.

aguas-san-jacinto1– El que se sustituya el anterior Paso por uno nuevo, de mayor tamaño y de mayor calidad artística, encargado a Guillermo Muñiz.

– La solemnidad imprimida en los cortejos, dotándolos de un sello característico propicia el que se conociese a la Hermandad como el “Silencio de Triana”.

– Dentro del mundo cofrade la Hermandad es altamente considerada capitaneando reformas como la incorporación de un nuevo día a la Semana Santa como el Lunes Santo.

– Gracias a su relación de amistad con Ramón Gil Trujillo, Antonio Illanes Rodríguez se vincula con nuestra corporación llegando a ocupar el cargo de Hermano Mayor en dos ocasiones. En 1930 el artista realiza una nueva imagen de crucificado como titular de la Hermandad ante los problemas que surgen con los Dominicos sobre la titularidad del anterior. Posteriormente el mismo artista renueva de manera progresiva las imágenes de la Hermandad menos la Dolorosa.

Pero llegó la fatídica madrugada del 29 de Octubre de 1942. Todos los logros y las muchísimas ilusiones de sus hermanos fueron pasto de las llamas a causa de un fortuito incendio que redujo a cenizas el ánimo de los cofrades de las Aguas. Las ya maltrechas relaciones con los titulares del Templo de San Jacinto fueron zanjadas cambiando de sede, marchando a la Iglesia de Santiago el Mayor.

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